Resumen/Sinopsis:

Una noche de otoño, Fredrik Welin —el protagonista de la exitosa novela Zapatos italianos— se despierta cuando un incendio arrasa su casa. A sus sesenta y nueve años, este solitario médico jubilado sale penosamente de entre las llamas, calzado con unas botas de lluvia (pero ambas pertenecen al pie izquierdo). Sólo quedan, a la mañana siguiente, unas ruinas malolientes: ha perdido su casa y todas sus pertenencias, y tiene que mudarse a un remolque, una caravana que pertenece a su hija. Cuando por el archipiélago se extiende el rumor de que él mismo ha provocado el fuego, la policía lo interroga, sin llegar a acusarlo. De pronto, Louise, la hija de Fredrik, viaja hasta la isla por motivos misteriosos. Todos esos acontecimientos sumen en el desconcierto a Fredrik, que ese otoño ve como se acerca a la vejez, también a la muerte, y desea saldar todas sus cuentas con la vida. Sin embargo, al conocer a Lisa Modin, una periodista que trabaja para el diario local y que investiga el incendio, se despiertan en él sentimientos que llevaban mucho tiempo muertos. Cuando en Nochevieja decide celebrar una fiesta a la que invita a sus amigos, se desata un incendio en otra casa del archipiélago. (fuente: quelibroleo.com)

Valoración:

Estamos frente a una novela muy especial. La literatura nórdica es muy particular, tanto que o te encanta, o la aborreces. A mí particularmente, me encanta.

Cuando cayó esta joya en mis manos, no sabía bien con qué tipo de novela me iba a encontrar, empecé a leer con la idea de dejarme llevar, y ha sido una muy grata experiencia.

Botas de lluvia suecas es la última obra literaria de Henning Mankell (1948-2015), escrita poco antes de morir.

La acción se desarrolla en otoño y en invierno, al igual que el atardecer de la vida del protagonista. Estamos en Suecia, en una zona poco poblada entre islas e islotes de un archipiélago. Esta es una novela lenta, en la que suceden muchas cosas, pero a un ritmo muy nórdico. Hay un orden exquisito de los acontecimientos, que nos permite disfrutar de todas y cada una de las descripciones, imaginarnos no solo a los personajes, sino todo el entorno, a menudo hostil y gélido como las aguas del frío mar del norte.

La novela arranca con un incendio en plena noche. Fredrik Welin, el protagonista, médico retirado tras una mala praxis, debe salir a toda prisa de su casa ya arrasada por las llamas, y apenas acierta a calzarse unas botas de lluvia, pero ambas son del mismo pie, el izquierdo. A partir de ahí, llega el caos.

Llama a uno de sus vecinos, Ture Jansson, el viejo cartero de las islas, que le presta la primera ayuda. Se refugia en una pequeña caravana que pertenece a su hija con quien mantiene una relación muy distante, mientras espera que los trámites del seguro y la investigación policial finalicen y le permitan reconstruir su hogar.  En el pueblo, pronto empiezan a surgir rumores y sospechas que apuntan a que él mismo ha sido el autor del siniestro.

Aparecen entonces los personajes secundarios, la periodista Lisa Modin, mujer solitaria como él, mucho más joven, pero de la que se enamora. Su hija, que aparece de repente tras enterarse del incendio, y que volverá a ponerle el corazón y la vida patas arriba. Fredrik se atormentará por la azarosa vida que lleva su hija, y volverá a hacerse mil preguntas sobre su (fallido) papel de padre.

Con sus cerca de setenta años vuelve a replantearse todo su trayecto de vida. Sabe que está empezando el invierno de su existencia, y quiere aprovechar al máximo el tiempo que le queda. Sentirse vivo es su meta, pero las sospechas de sus vecinos le están haciendo mucho daño.

No destripo más. Esta novela merece leerse con calma y saborear cada página.  A mí me ha aportado mucha paz. Es de esas lecturas que no se olvidan. Su ritmo, sus detalladas descripciones, su mensaje final que traslada esperanza, todo ello hace de Botas de lluvia suecas un libro inolvidable.

«Vivir merece la pena, a pesar de que, para envejecer, haya que caminar por un hielo cada vez más quebradizo y más fino».