Resumen/Sinopsis:

Corre el año 1834 y Madrid, una pequeña ciudad que trata de abrirse paso más allá de las murallas que la rodean, sufre una terrible epidemia de cólera. Pero la peste no es lo único que aterroriza a sus habitantes: en los arrabales aparecen cadáveres desmembrados de niñas que nadie reclama. Todos los rumores apuntan a la Bestia, un ser a quien nadie ha visto pero al que todos temen.
Cuando la pequeña Clara desaparece, su hermana Lucía, junto con Donoso, un policía tuerto, y Diego, un periodista buscavidas, inician una frenética cuenta atrás para encontrar a la niña con vida. En su camino tropiezan con fray Braulio, un monje guerrillero, y con un misterioso anillo de oro con dos mazas cruzadas que todo el mundo codicia y por el que algunos están dispuestos a matar. (fuente: Lacasadellibro.com)

Valoración:

Premio Planeta 2021. Hubo un tiempo en el que, cada año, sistemáticamente leía todos los Premios Planeta y los finalistas. Me parecía lectura obligada, y en aquella época creía, ingenuamente, que “si ha ganado el Planeta, es un novelón”. Dejé de hacerlo, no recuerdo con qué novelón que en realidad no lo era. Cada año me sentía más decepcionada por la calidad de esos premios, hasta que finalmente opté por no prestarles atención.
Pero hete aquí que, tras engancharme con su trilogía de la Red Púrpura, reseñada aquí , Carmen Mola reaparece con su cuarta novela. Y resulta que Carmen Mola no es ella, sino ellos ¡y trillizos! Además, van y ganan el Planeta.

Ellos son Jorge Díaz, Agustín Martínez y Antonio Mercero (Premio Planeta 2021).

Había que leer ese novelón que prometía. Pues, señores… ¡qué decepción! De nuevo, el Planeta me ha vuelto a desencantar. No me sorprende que este premio haya levantado tantas críticas, porque sinceramente no vale un premio, y mucho menos del nivel que se supone que debe ser un Planeta (si bien repito, a mí me ha decepcionado desde hace tiempo. El sello Planeta tiene magníficas novelas entre sus publicaciones, que merecerían premiarse y que sin embargo pasan sin pena ni gloria por las vitrinas de las librerías).

Esta es una novela que está muy bien ambientada y documentada, eso sí. Estamos en Madrid, en verano de 1834, bajo la regencia de María Cristina. En los albores de la primera guerra carlista, y la capital está sumida en el caos más absoluto. A todo esto, viene a sumarse una epidemia de cólera que está arrasando la ciudad.

La pobreza y la falta de higiene que reinaba en aquella época convierte a Madrid en un foco de infección, hasta tal punto que la ciudad tiene que cerrar puertas y protegerse de los pobres, a quienes acusa de ser transmisores de la enfermedad. La iglesia también se ve amenazada, ya que el pueblo la acusa de envenenar las aguas y propagar así la enfermedad. Todo esto deriva en enfrentamientos muy violentos, y matanzas de curas y monjes.
La Bestia arranca en ese ambiente.

Las primeras líneas de la novela impactan de lleno al lector, al más puro estilo Mola. Un perro juega con la cabeza de una niña desmembrada. Vale, quizás sea lo que el lector fan de Carmen Mola espera, o no. Empieza fuerte, quizás demasiado. Ese estilo escabroso que tanto éxito le brindó con su trilogía, límite gore, (y con el que, a mi gusto, traspasó los límites con La Nena) es aquí muy exagerado.

Un thriller medio histórico, medio policial, muy noir, y con giros inesperados, que buscan enganchar al lector. Conmigo no lo consiguió, aunque sí que acabé el libro porque quería saber qué pasaba con Lucía, la protagonista. Así y todo, me costó terminarlo, y confieso que estuve tentada de saltar páginas.

En La Bestia todo es cruel, muy cruel. No solo lo son las descripciones en los momentos álgidos de la novela, sino también la situación que viven los protagonistas, el ambiente triste y negro que reina en la ciudad y que poco a poco va destiñendo en todos los personajes, y la siempre indignante situación de la mujer, que si además es pobre, no cuenta para nada en la sociedad. Esto no se lo inventa Carmen Mola, era así, pero digamos que se incide demasiado en ello.

Es una novela que no deja hueco para una mínima esperanza, a pesar de un final tejido de manera algo inverosímil y apresurado, que quiere arrojar una nota de alegría. Así y todo, está muy bien documentada, y ambientada. Nos descubre un Madrid muy peculiar, y una parte de la historia que es apasionante.

No sé si volveré a leer algo de Carmen Mola, esta novela me ha dejado mal sabor de boca.