Trois soeurs (Tres hermanas)
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Autor: Laura Poggioli
Editorial: Ed. L’Iconoclaste
Número de páginas: 250
Resumen/Sinopsis:
Cuando llega la policía de Moscú, las tres hermanas están sentadas en el suelo del rellano, con la espalda pegada a la pared, junto al cadáver de su padre. Hombre de pelo en pecho, con una panza enorme, y una gran cruz dorada alrededor del cuello. Llevaba años agrediéndolas, insultándolas, golpeándolas, de noche y de día. Así que lo mataron.
Rusia se partió en dos con este crimen, porque reflejaba su imagen, la de la violencia doméstica que permanece impune. Laura Poggioli vivió en Moscú cuando tenía veinte años. Todo la fascinaba: la sonoridad del idioma, beber y salir, cantar rock. Conoció a Mitia, su gran amor. A veces él la golpeaba, pero ella pensaba que era por su propia culpa. “Si te pega, es que te quiere”, reza un proverbio ruso.
(fuente: fnac.com)
Valoración:
Vaya por delante que si reseño este libro, que de momento no está todavía publicado en español, es por la importancia de su temática.
El éxito de esta ópera prima, «Trois Soeurs» ed. L’Iconoclaste (Tres hermanas, a semejanza de la obra de Tchekhov), está siendo tan rotundo que no dudo que la traducción al español llegue en breve.
Ha sido premiado en el certamen «Envoyé par la Poste» (2022).
Laura Poggioli narra en esta obra el parricidio cometido durante una noche del mes de julio 2018 en Moscú, por Angelina, María y Krestina Katchatourian. Tres hermanas de 19, 18 y 17 años. Este hecho real, que todavía está en los juzgados, conmocionó a la sociedad rusa, y dividió al país.
Se puso de manifiesto, ante los ojos del mundo entero, que en Rusia maltratar y matar a las mujeres, sale gratis. Estas tres hermanas sufrían violaciones y vejaciones continuas por parte de su padre, con el silencio cómplice de la familia y de los vecinos. Las paredes, en los apartamentos estalinistas son de papel.
En Rusia, la violencia contra las mujeres está a la orden del día, y se considera como algo normal. Las mujeres que se atreven a denunciar, o a pedir ayuda no reciben ningún tipo de apoyo.
En este libro, la autora denuncia y describe el horror que se vive en los hogares, el esperpento de las leyes rusas en cuanto a violencia doméstica, y el despreciable pasotismo del sistema legislativo que cierra los ojos e incluso da el visto bueno a según qué tipo de violencia contra las mujeres. En resumen, que es «legal» vejarlas e incluso acabar con sus vidas.
En un país que cuenta con un aforismo tal como que «si te pega es que te quiere», el hombre ocupa un sitio preponderante en la pareja y en la sociedad. La mujer es un ser inferior, que sirve para lo que sirve y es más un florero que otra cosa. Contrariamente a lo que sucede en Europa, donde cada vez se alza más la voz contra el feminicidio, en Rusia está todavía todo por hacer.
Laura Poggioli inicia una cuenta atrás de once años en su libro, y narra no solo este terrible suceso que ha estudiado de cerca, sino también su propia vida siendo una joven veinteañera, en Moscú. Cuenta su amor por la cultura rusa y por el idioma, y su pasión por Mitia, un amor de juventud, al que llamaba su «príncipe ruso. Amor que se convirtió pronto en un calvario, ya que él la llevó hasta las nubes para luego hacerla bajar de golpe y cruelmente a tierra, a base de insultos, vejaciones y violencia.
Con una sencillez y una precisión notables, la autora entrelaza su propia experiencia como estudiante extranjera en Moscú, enamorada y entusiasmada, con el relato más crudo y brutal del caso de las hermanas Katchatourian.
Una novela adictiva, un relato que hiela la sangre por momentos, absolutamente conmovedor, y cuyo principal interés es arrojar luz sobre la condición de la mujer en Rusia.
El patriarcado, tan marcado en la sociedad rusa y tan importante en los hogares, está descrito aquí de forma magistral.
El caso Katchatourian abrió los ojos a más de un ciudadano ruso, y la conmoción en todo el país fue profunda.
Ojalá esto siriviera para que algo empezara a moverse y las mujeres empezaran a sentirse más seguras.
Al menos este libro, su lectura y su difusión puede hacer que las mujeres en Rusia sientan que no están solas en su lucha contra la violencia institucional.
Más información sobre el caso de las hermanas Katchatourian:
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